Por fin nos llega la segunda parte del cuento de August. Estamos todos intrigados, ¿cómo terminará? Aquí llega la solución, o no...
Llegaron los tres compañeros al más grande pantano del bosque – el pantano justamente enfrente de la gruta donde vivía la bruja, que, como el rey sabía, tenía a su familia como prisioneros. Mientras se acercaban, un gran ruido se les apareció a los compañeros. El hombre dijo: “¡Qué gran ruido! ¡Y qué extraño el aire aquí! Parece que se compone de...” Y era verdad. Encima del agua del pantano volaban miríadas de moscas gordas. Era imposible ver más allá de un metro por delante de ellos. “No lograremos nunca cruzar este pantano con tantas moscas impidiéndonos la navegación,” dijo el hombre, “¿qué hacemos?” “¡Tengo hambre!” gritó la rana desde dentro del bolsillo, “¡Y el sonido de aquí lo intensifica! ¡Tengo que salir afuera!” Antes de que nadie pudiera percibirlo, la rana saltó a tierra, y empezó a comerse las moscas con su lengua saliendo y volviendo rápidamente a su boca – en el curso de una media hora, todas las moscas habían desaparecido y la rana estaba muy gorda. “¡Sin duda una comida nutritiva!” dijo riendo el hombre y tomó la rana contento debajo de su brazo.
El agua del pantano llegaba solamente al talle del hombre y del ladrón, y no después de mucho tiempo llegaron a la gruta de la bruja: era grande, húmeda y oscura – la luz solo venía de un candelero que estaba en el suelo al fondo de la gruta, revelando un dragón grande y verde que dormía delante de una puerta pequeña. Los tres compañeros estaban bastante asustados de él – especialmente la pequeña nube del fuego que salía cuando el dragon respiraba les hacía estremecerse. Pero en este momento pareció que, de repente, el ladrón se dio cuenta de algo. Se giró hacia los otros y susurró: “Ahora me toca a mí ayudar a avanzar”, y con estas palabras él empezó a moverse furtivamente a hurtadillas hacia la puerta. No tenía que exponerse al fuego del dragón, pero tuvo éxito y abrió silenciosamente la puerta. Haciendo una señal al hombre para que avanzase con la rana, él se arrodilló al lado del dragón y empezó a cantarle una canción dulce y tranquilizante. Después cerró la puerta prudentemente y se reunió con el hombre al otro lado de la puerta. Los dos cambiaron miradas aliviadas y con la rana gorda continuaron por la gruta.
No después mucho tiempo oyeron una risita – al principio distante, después creciendo a una risa horrible. “¡La bruja!” eructó la rana. Tan cierto era: de repente apareció la bruja en un relámpago verde todavía riendo roncamente. “Parece que esta vez la responsabilidad es la mía – quedaos aquí” dijo el hombre – él puso la rana en el suelo y avanzó hacia la mujer vestida totalmente de negro. “Ja, ja, veo que has llegado aquí sin haberte perdido por el pantano y tambien sin haber despertado a mi dragón. ¡Bien hecho! Pero ahora es probablemente cuando debes dejar tus ambiciones. Tengo una adivinanza que es casi imposible de resolver – si tú tienes bastante valor y inteligencia, resolverás esta adivinanza y tendrás a la familia del rey. Si no, tengo que encerraros a ti y a tus compañeros abajo en mi cárcel subterránea por el resto de vuestras vidas. Entonces... ¿qué eliges, hombre?” dijo la bruja sonriendo malévola. “¡Dime la adivinanza, vieja bruja!” respondió el hombre, “¡No he llegado así de lejos para hacer como si nada!“ - “Vale, hombre valiente... respóndeme esto: “Cuando rapté a la familia real, la escondí la y puse bajo la vigilancia de uno de mis viejos amigos. Esto viejo corre siempre, pero no llega nunca a un lugar. No tiene ni pulmones ni garganta, pero tiene todavía una voz fuerte y retumbante. ¿Quién es mi amigo?” El hombre pensó por un momento y dijo finalmente, sonriendo: “Esta adivinanza no es extraña para mí. La he escuchado tantas veces en mi niñez. Entonces, sé afortunadamente que la respuesta correcta es que has escondido a la familia real detrás de un gran salto de agua“. “¡No!” gritó la bruja. “Tienes razón... pero... ¿cómo es posible?” Y la bruja no pudo decir mucho más, porque en un gran humareda verde, se redujo a un pequeño charco en el suelo.
Al mismo tiempo la pared trasera de la gruta se rompió y reveló un valle bonito y lleno de sol – tenía un bosque, un lago y un gran salto de agua majestuoso. Tan sorprendidos, el hombre y los otros bajaron al valle mirando alrededor. Cuando llegaron al lado del salto de agua parecía como que había voces susurrando y pidiendo que los encontraran. “O es el salto de agua que habla...”, comentó la rana, “...o es la familia real que nos pide ayuda”, continuó el ladrón. “Vamos a encontrarlos”, dijo el hombre y dio un paso largo a través del salto de agua. Y tan exacto: sentada en sillas talladas en estalagmitas estaba toda la familia real: la princesa, su hermana, la reina, el hermano del príncipe... pero el príncipe no estaba misteriosamente en ninguna parte. Cuando el hombre y el ladrón pusieron a toda la familia en libertad, y habían recibido su agradecimiento, la rana tosió un poco y dijo: “Lamento tener que pedir esto, princesa, pero tengo que besarte para que pueda volverme yo mismo”. Ruborizándose un poco la princesa se inclinó y dio a la rana un beso en la boca. Poco a poco la piel viscosa de la rana se volvió a la piel humana, su cabeza calva se cubrió de pelo largo y rubio. “¡Mi hermano!” exclamó la princesa. “Sí,” respondió, “esto es obra de la bruja. Estaba maldito para que no pudiera explicar el motivo, aunque tenía la habilidad a hablar. Solamente un beso de la princesa podía volverme un humano. ¡Gracias, hermana mía!”.
Y así terminó la historia felizmente: El rey estaba muy alegre de estar reunido con su familia, el ladrón astuto fue recompensado por sus actos con el puesto de tesorero en el palacio real – así no debería nunca más vagar sin descanso por todas partes buscando dinero y felicidad – pero el hombre valiente... ¿que pasó con el hombre? Pues, cuando el rey quería recompensarle y darle el medio reino, él y la hermana de la princesa ya habían desaparecido...
1 comentario:
Hmmm - ?nada interesante desde Septiembre?
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